sábado, 26 de enero de 2008

No confías en mí.



Porque si confiaras en mí no estarías leyendo esto, no mirarías mis mails, no mirarías los blogs que yo miro.
Confiar es amar con los ojos cerrados.
Y si realmente confiaras en mí y además pensaras que lo mejor es siempre hablar las cosas, entonces hubieses preguntado desde un primer momento y no ahora.
Porque al fin y al cabo no te debo ninguna explicación, como yo nunca te pedí ninguna.

Mirá lo que me hacés hacer. Borrar otro blog. Qué importa.


Total lo único que tengo que hacer es vivir para vos.
No?
Que me revises los mails... bueno.
Que mires que páginas visito... bueno.
Que leas mi blog... bueno.
Ahora, que en base a todo eso tengas miedo de que yo viaje sola, y no vengas de frente y me lo digas, eso es inaceptable.




Tengo cara de tonta pero no lo soy. Padre tuve uno y no necesito otro. Y no me puse de novia con un policía.
Que no te consuman los celos. Que no me consuman tus celos.

jueves, 24 de enero de 2008

Cartas de amor

Siempre quise ser buena escribiendo cartas. Pero si nunca tuve gran habilidad para ello, internet no me facilita las cosas. Recuerdo todas las formalidades para escribir una carta, hasta sé las tarifas para todos los lugares del mundo. Pero no se puede mandar un papel en blanco. No creo que haya algo más emocionante que recibir una buena cantidad de hojas manuscritas, todas para mí. No se que es lo que tiene la letra, pero te hace sentir que se escribió con el corazón.

Cuando a mi primera mejor amiga y a mí nos gustó el mismo chico, y, consecuentemente, nos peleamos, ella me dijo "puta" en una carta hecha en computadora. Ni a la cara, ni de su puño y letra. Supongo que se necesita mucho más coraje para eso.
Aunque tampoco considero que un email sea tanto mas fácil que una carta "de verdad". Al fin y al cabo el contenido lo tiene que volcar uno. Y ahí fallo.
¿Que se dice en las cartas? Se dice "querido x" "como estas? espero que bien" "Yo por suerte bien, no así la gata que está constipada..." Pero no puedo empezar así cualquier carta. Ni un intercambio epistolar continuo, ni una carta de amor. Al que le escribo seguido no puedo preguntarle cada vez sobre su salud. Y al amante, no sé, me da la leve sensación que las charlas sobre forúnculos y dolencias afines no están a la altura. Pero como se empieza entonces?
Siempre que estoy en blanco y tengo que escribir, empiezo por el medio. Lo primero que suene bien lo escribo en un par de renglones mas abajo y listo. Después se rellenará el resto.
Pero con las cartas románticas hasta esa técnica es inútil.
Uno de mis libros favoritos se llama "Cartas de Amor". Es una recopilación de un periodo del intercambio epistolar entre Kahlil Gibran y May Ziadah. Son cartas de verdad. No pretendo suponer estar al nivel, ni a los talones de Gibran. Pero veo tantas niñas y niños sin ningún talento notable, escribir lindas, feas, tontas, guarras, inocentes cartas de amor. Siendo una persona que ha leído un libro o dos, que tiene inquietudes espirituales e intelectuales, por qué no puedo?

Entiendo que no soy una persona romántica, que esas expresiones no me salen naturalmente. Entiendo, al fin, que las musas no siempre nos son favorables a la hora de verter nuestros sentimientos más íntimos de manera agradable. Tampoco es cuestión de que el ardor de la pasión se confunda con acidez estomacal. Las musas, los duendes internos, la providencia o destino, a veces, nos permiten tocar alguna de las cuerdas mas finas del alma del ser amado con nuestras palabras enamoradas. Y cuando no es así, el amor nos permite decirlo de manera muda, sin más que un tierno y dulce beso en los labios amados.

Ignoro el despertador.
Ignoro el despertador.
Ignoro los mensajes para levantarme.
Me levanto, miro los mails.
Apago la compu, desayuno.
Me baño.
Me visto, preparo todo.
Prendo la compu de nuevo y escribo esto.




Es difícil levantarse para ir a trabajar después de 4 días hermosos en otro lado, y leyendo las memorias de Neruda entre llamada y llamada. Soñando con lugares tan lejanos que a veces pienso que Pablo los inventó...

sábado, 12 de enero de 2008

Les imbéciles heureux qui sont nés quelque part...

Estoy tranquila.


Lo veo solo después de mucho tiempo. Supongo que es el pago al esfuerzo continuo, a no quedarse quieta, a nunca descorazonarse del todo.
O simplemente suerte. Tanto como la economía nacional es cíclica, igual de cíclico es el karma o el destino. Solo que a veces no coinciden.
No estoy dispuesta a perder de vista este momento. No estoy dispuesta a perder lo que logré. Y no me refiero a lo material. En este exacto momento en que miro por la ventana el jardín, las columnas de madera que arman el arco de la entrada, el alero de madera y tejas de la galería, el ladrillo visto del edificio de enfrente, la música de Brassens, la leche fría, la brisa suave de la mañana, el recuerdo. Yo sé que todo esto un día se va a derrumbar. Pero quiero disfrutarlo al menos un instante, para mañana volver a empezar, volver a apilar ladrillo sobre ladrillo.

Estoy tranquila.