sábado, 12 de enero de 2008

Les imbéciles heureux qui sont nés quelque part...

Estoy tranquila.


Lo veo solo después de mucho tiempo. Supongo que es el pago al esfuerzo continuo, a no quedarse quieta, a nunca descorazonarse del todo.
O simplemente suerte. Tanto como la economía nacional es cíclica, igual de cíclico es el karma o el destino. Solo que a veces no coinciden.
No estoy dispuesta a perder de vista este momento. No estoy dispuesta a perder lo que logré. Y no me refiero a lo material. En este exacto momento en que miro por la ventana el jardín, las columnas de madera que arman el arco de la entrada, el alero de madera y tejas de la galería, el ladrillo visto del edificio de enfrente, la música de Brassens, la leche fría, la brisa suave de la mañana, el recuerdo. Yo sé que todo esto un día se va a derrumbar. Pero quiero disfrutarlo al menos un instante, para mañana volver a empezar, volver a apilar ladrillo sobre ladrillo.

Estoy tranquila.

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