sábado, 6 de octubre de 2007

Los zapatos nos condicionan.

Cuando yo era chica y tenía [lo que yo creía que era] el peso del mundo sobre mis hombros, usaba borcegos. Y no cualquier tipo. Llegué a comprarme botas para escalar montaña, con una suela de 3 cms y punta y talón de metal. Pesan una tonelada cada una.
Y así camina uno por la vida. Arrastrando pesos que tal vez no le corresponden, con los pies lentos y cansados.
O en alpargatas. Con humildad.
O con zapatos de tacos. Queriendo mostrar belleza, sin llegar a esconder el dolor en la sonrisa.


Ahora uso zapatillas. Como mucho, sandalias.

No hay comentarios: